Infraestructuras para la salud de nuestros ríos

Actualmente se estima que en los ríos de España existen unas 170.000 barreras horizontales (obstáculos transversales), incluyendo presas, azudes, diques, vados, compuertas y otros elementos que interrumpen la continuidad fluvial e impiden el libre paso de los organismos acuáticos. Durante décadas hemos interrumpido los caminos que los peces han recorrido durante milenios. Pero existe una solución que va mucho más allá de la mera compensación ambiental. Las escalas de peces, representan una nueva forma de entender nuestra relación con los ríos.

Cuando los obstáculos rompen el ciclo de la vida

Imagina por un momento que cada mañana, de camino al trabajo, encuentras un muro infranqueable en medio de tu ruta habitual. Sin alternativa, sin explicación. Así es como viven muchas especies de peces en nuestros ríos. Especies tan conocidas y de tanta importancia socioeconómica como el salmón, la trucha, el esturión o la anguila, están en peligro de extinción o han desaparecido por los obstáculos transversales construidos en las partes medias y bajas de los ríos.

Las especies migratorias como los salmones o las truchas necesitan completar sus ciclos vitales desplazándose río arriba o abajo. La anguila europea, por ejemplo, nace en el Mar de los Sargazos, viaja miles de kilómetros hasta nuestros ríos para crecer durante años, y luego debe regresar al océano para reproducirse. Un solo obstáculo puede interrumpir este viaje ancestral para siempre.

Las heridas invisibles de nuestros ríos

La fragmentación fluvial no solo afecta a los peces. Cuando cortamos la conectividad de un río, alteramos todo el ecosistema: el transporte de sedimentos, la calidad del agua, la vegetación ribereña, los invertebrados acuáticos. Es como cortar las arterias de un organismo vivo y esperar que siga funcionando con normalidad.

¿Qué son las escalas de peces?

Las escalas de peces, también llamadas pasos para peces, escalas piscícolas o fish ladders en inglés, son estructuras hidráulicas diseñadas específicamente para permitir que los peces superen obstáculos artificiales en los ríos, como presas, azudes, saltos de agua o canalizaciones. Su función principal es restaurar la conectividad longitudinal de los cursos fluviales, facilitando el movimiento natural de las especies acuáticas tanto aguas arriba como aguas abajo.

Cómo funcionan estas infraestructuras

El principio es aparentemente simple: crear un camino alternativo donde el agua fluya con menor velocidad y en escalones más pequeños que los peces puedan superar. Sin embargo, el diseño requiere un conocimiento profundo de:

  • La capacidad natatoria de las especies objetivo (no todos los peces nadan igual)
  • El régimen hidrológico del río (caudales variables según la época)
  • El comportamiento de migración (especies que suben, que bajan, o ambas)
  • Las características físicas del obstáculo a salvar

Una escala de peces debe funcionar durante todo el año, preferentemente de manera autónoma (es decir, sin mecanismos activables), adaptándose a los diferentes caudales del río y permitiendo el paso de múltiples especies con capacidades de natación muy diversas. Es, literalmente, una autopista fluvial de múltiples carriles diseñada para diferentes «velocidades».

Las escalas de peces: más que una rampa en el río

Pero reducir las escalas de peces a una simple «rampa» sería como llamar «camino» al Camino de Santiago: técnicamente correcto, pero profundamente incompleto. Estas infraestructuras representan uno de los mejores ejemplos de cómo la ingeniería puede imitar los procesos naturales para corregir impactos humanos.

Diseños que imitan la naturaleza

Existen múltiples tipos de escalas de peces, cada una adaptada a las características del río y las especies que lo habitan:

  • Escalas de estanques sucesivos: Crean una serie de pequeños saltos que los peces pueden superar progresivamente
  • Escalas de hendidura vertical: Permiten el paso continuo del agua y los peces a través de aberturas específicas
  • Rampas naturalizadas: Imitan el aspecto y funcionamiento de un tramo natural del río empleando, por ejemplo, piedras para crear estanques y saltos de agua
  • Ríos artificiales: Recrean un cauce sinuoso con diferentes velocidades de agua

La clave está en comprender que cada río es único, cada especie tiene capacidades diferentes, y cada diseño debe responder a esa diversidad. Un salmón atlántico puede superar saltos que una trucha no podría, mientras que especies más pequeñas como el barbo necesitan velocidades de agua más bajas.

Más allá del paso de peces

Una escala de peces bien diseñada puede:

  • Mejorar la calidad del agua al favorecer la oxigenación y el movimiento natural
  • Reducir el riesgo de inundaciones al restaurar las llanuras de inundación conectadas
  • Crear hábitats diversos que benefician a múltiples especies, no solo peces
  • Recuperar servicios ecosistémicos como el control natural de plagas o la depuración del agua
  • Generar valor paisajístico y educativo para las comunidades locales

«La infraestructura verde no es una alternativa romántica a la ingeniería tradicional. Es la ingeniería tradicional que finalmente ha aprendido a leer el libro de instrucciones que la naturaleza escribió hace millones de años».

El enfoque holístico de la conectividad fluvial

En España, instituciones como el Ministerio para la Transición Ecológica han desarrollado la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, donde las escalas de peces juegan un papel fundamental. Hasta 2021, se han construido 612 sistemas de paso para peces en el marco de esta estrategia, permitiendo la reconexión de más de 2.600 km de tramos fluviales.

Casos que inspiran

En la Cuenca del Ebro, uno de los sistemas fluviales más importantes de España, se han implementado múltiples proyectos de conectividad. El proyecto LIFE MigratoEbre ha sido pionero en la construcción de rampas para peces que la Fundación Catalunya La Pedrera ha impulsado en el Ebro, demostrando que es posible reconciliar el aprovechamiento hidroeléctrico con la conservación de la biodiversidad.

Un técnico de la Confederación Hidrográfica del Ebro me explicaba: «Lo más emocionante es cuando instalamos cámaras de seguimiento y ves el primer pez subiendo por la escala. Es como restaurar una conexión que llevaba décadas rota. Los datos son importantes, pero esa imagen vale más que cualquier informe».

Desafíos y oportunidades

La construcción de escalas de peces no está exenta de desafíos. Requiere coordinación entre múltiples actores: administraciones públicas, empresas hidroeléctricas, comunidades locales, científicos y técnicos ambientales. Requiere también inversión económica y, sobre todo, un cambio de mentalidad.

¿Estamos listos para ríos que vuelven a fluir?

La pregunta no es si podemos restaurar la conectividad de nuestros ríos, sino si estamos dispuestos a hacerlo. La tecnología existe, el conocimiento científico está disponible, los beneficios están demostrados. Lo que necesitamos es voluntad política, inversión sostenida y, sobre todo, reconocer que los ríos no son tuberías de agua, sino arterias de vida.

Cada escala de peces que construimos es un acto de humildad: reconocemos que interrumpimos algo que funcionaba perfectamente y nos comprometemos a repararlo.

Los ríos españoles han sido testigos de siglos de intervención humana. Quizás sea el momento de que también sean testigos de nuestra capacidad de restauración, de nuestra inteligencia para diseñar infraestructuras que imiten en lugar de imponer, que conecten en lugar de fragmentar.

Porque al final, cuando un salmón vuelve a alcanzar su zona de desove después de décadas de ausencia, no solo estamos recuperando una especie. Estamos recuperando la memoria de nuestros ríos, y con ella, parte de nuestra propia humanidad.

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